“ALGUNOS PIENSAN COSAS QUE NO SON”
La diferencia, hiperactividad y sentimentalismo fueron los primeros pensamientos que tuve sobre mí, siempre supuse ser extraño o extraído de otro mundo, pero solamente necesitaba cierta relevancia entre mis pares. Talvez por eso cortaba luces, recorría los cerros de Lonco –sector penquista- hasta encontrar algo asombroso o simplemente me extraviaba y mis padres señalaban la pérdida de su hijo Javier.
La verdadera envergadura que necesité se encontraba simplemente en mí, el sentirme siempre diferente me afectó desde muy pequeño. Cuando al fin logré superarlo, intuí que idealizando mis aspectos, habría nacido.
Aunque me parieron hace 22 años en Santiago -lugar que me acogió durante 36 meses-, mi arribada al mundo se llevó a cabo durante la adolescencia, en Concepción –capital del rock chileno- y la Región del Maule. Tuve que desligar mi vida de un colegio de reglas británicas e insertarme en la realidad chilena de los liceos públicos. Es verdad que aquél lugar privilegiaba a jóvenes de excelencia académica (también significaba un rotundo cambio de aquella urbe a otra, Talca) y nunca fuí el Einstein de la clase, pero mi país se caracteriza por insertar personas en lugares de manera inapropiada, el famoso pituto facilitó la incorporación a aquel lugar.
He aquí la vida misma, integrarme insatisfactoriamente a un mundo nuevo, llena de realidades -a veces perturbadoras-, pero que iniciarían en mí un proceso de socialización nunca antes visto por mis seres queridos, el salir de una burbuja casi diplomática e introducirme a mi ex irrealidad.
LA OTRA ETAPA
La música siempre fue lo mío, me fascinaba ir a clases donde el canto, las melodías y percusiones fuesen prioritarias antes que copiar materia del pizarrón. Talvez mi porcentaje de flojera pensó que era lo más fácil, aunque nunca creyó que sería lo que realmente amaba, pero con el tiempo descubriría que el escribir también lo era.
Después de licenciarme ingresé a la Universidad directamente a Periodismo (tengo la suerte de tener padres flexibles que me dejaron estudiar lo que realmente quería porque para ser músico no es necesario estudiar música, pregúntate, ¿Cuántos ídolos musicales han estudiado eso? Más depende de tí, de tu creatividad y práctica), ahí descubrí otra apasionante etapa de mi vida, las comunicaciones. Ya ha pasado tiempo de ese día, pero sigue siendo deslumbrante y a pesar que por razones repugnablemente” económicas abandoné mis estudios, las ganas por seguir adelante nunca me abandonaron y mientras existía ese lapsus estudiantil me integré al mundo laboral, conociendo otras realidades y el esfuerzo de la clase media por brotar.
Mis facilidades para hablar inglés ayudaron de manera trascendental en aquello y mantuve mis palabras escribiendo letras e infinita música, hasta que tuve la oportunidad de seguir mi ex camino. Después de seis años viviendo en Talca volví tristemente -ironía- a Concepción, así pude retomar mis actividades académicas. Gracias a ello mi corazón sigue latiendo, porque si ves, mi vida no ha sido muy fácil, pero si –para mi- fascinante, porque en realidad, nunca he dejado de hacer lo que realmente quiero . Es necesario vivir distintas experiencias, disfrutar o adolecer por distintas cosas, para moldear –después de un tiempo- el verdadero tú, lo que siempre anhelaste o simplemente lo que ya encontraste.
Javier Guerra O.
La verdadera envergadura que necesité se encontraba simplemente en mí, el sentirme siempre diferente me afectó desde muy pequeño. Cuando al fin logré superarlo, intuí que idealizando mis aspectos, habría nacido.
Aunque me parieron hace 22 años en Santiago -lugar que me acogió durante 36 meses-, mi arribada al mundo se llevó a cabo durante la adolescencia, en Concepción –capital del rock chileno- y la Región del Maule. Tuve que desligar mi vida de un colegio de reglas británicas e insertarme en la realidad chilena de los liceos públicos. Es verdad que aquél lugar privilegiaba a jóvenes de excelencia académica (también significaba un rotundo cambio de aquella urbe a otra, Talca) y nunca fuí el Einstein de la clase, pero mi país se caracteriza por insertar personas en lugares de manera inapropiada, el famoso pituto facilitó la incorporación a aquel lugar.
He aquí la vida misma, integrarme insatisfactoriamente a un mundo nuevo, llena de realidades -a veces perturbadoras-, pero que iniciarían en mí un proceso de socialización nunca antes visto por mis seres queridos, el salir de una burbuja casi diplomática e introducirme a mi ex irrealidad.
LA OTRA ETAPA
La música siempre fue lo mío, me fascinaba ir a clases donde el canto, las melodías y percusiones fuesen prioritarias antes que copiar materia del pizarrón. Talvez mi porcentaje de flojera pensó que era lo más fácil, aunque nunca creyó que sería lo que realmente amaba, pero con el tiempo descubriría que el escribir también lo era.
Después de licenciarme ingresé a la Universidad directamente a Periodismo (tengo la suerte de tener padres flexibles que me dejaron estudiar lo que realmente quería porque para ser músico no es necesario estudiar música, pregúntate, ¿Cuántos ídolos musicales han estudiado eso? Más depende de tí, de tu creatividad y práctica), ahí descubrí otra apasionante etapa de mi vida, las comunicaciones. Ya ha pasado tiempo de ese día, pero sigue siendo deslumbrante y a pesar que por razones repugnablemente” económicas abandoné mis estudios, las ganas por seguir adelante nunca me abandonaron y mientras existía ese lapsus estudiantil me integré al mundo laboral, conociendo otras realidades y el esfuerzo de la clase media por brotar.
Mis facilidades para hablar inglés ayudaron de manera trascendental en aquello y mantuve mis palabras escribiendo letras e infinita música, hasta que tuve la oportunidad de seguir mi ex camino. Después de seis años viviendo en Talca volví tristemente -ironía- a Concepción, así pude retomar mis actividades académicas. Gracias a ello mi corazón sigue latiendo, porque si ves, mi vida no ha sido muy fácil, pero si –para mi- fascinante, porque en realidad, nunca he dejado de hacer lo que realmente quiero . Es necesario vivir distintas experiencias, disfrutar o adolecer por distintas cosas, para moldear –después de un tiempo- el verdadero tú, lo que siempre anhelaste o simplemente lo que ya encontraste.
Javier Guerra O.